Encender una vela es un acto ancestral que trasciende la iluminación física. En el mundo esotérico, la llama es un puente consciente entre tu voluntad y el universo. Un ritual con velas no requiere de herramientas complejas, sino de claridad en la intención. Comienza por elegir un color que vibre con tu propósito: el blanco para la purificación y la paz, el verde para la abundancia y la sanación, el rojo para la pasión y la vitalidad, o el azul para la calma y la comunicación.
Antes de encenderla, sostén la vela entre tus manos y dedica unos minutos a visualizar tu objetivo con la mayor nitidez posible. Siente la emoción de que ya se ha cumplido. Al prender la mecha, imagina que esa pequeña llama es el foco de tu poder personal, liberando tu petición al cosmos. Deja que se consuma en un lugar seguro, observando cómo la cera se transforma, simbolizando el cambio que invocas.
Este simple acto, realizado con fe y concentración, ordena tu energía interna y te alinea con las posibilidades que buscas. Es un recordatorio práctico de que la magia comienza dentro, y que tú eres el principal catalizador de tu propia transformación. La vela es solo tu aliada silenciosa, testigo y conducto de la luz que ya llevas dentro.



